ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Los fusiles militares de percusión y
cañón estriado aparecen a mediados del siglo XIX como
evolución natural del mosquete de chispa y ánima lisa. El
fulminante de percusión eliminaba muchos problemas, y no
solo de ignición, pues la formación de los soldados era
mucho más
rápida. Las llaves de chispa tienen una cierta complejidad,
especialmente para los inexpertos, problema que quedaba
resuelto con el fulminante de percusión.
Sin embargo los primeros fusiles militares de percusión y
cañón estriado, que denominamos de transición, tuvieron
problemas con la
recarga, pues tras unos disparos quedaban inservibles por el
acúmulo de los residuos de combustión que impedía introducir
un nuevo proyectil.
Para obtener
las ventajas de las estrías, alcance, potencia y precisión, el proyectil debía clavarse en
las mismas. Para ello se diseñaron varios sistemas en los
que el proyectil se cargaba sub-calibrado y ya el la
recámara lo dilataban a base de golpes de baqueta. Proceso lento y que
arruinaba las condiciones balísticas del proyectil.
Resuelto el problema de un rápido y seguro encendido, y
establecido que las estrías favorecían la precisión y
aumentaban el alcance, necesitaban un proyectil que se
pudiera cargar, incluso con el ánima sucia, sin necesidad de un complejo y largo proceso de
recarga.
Los técnicos militares de la época (Minié, Thouvenin,
Delvigne, La Marmora, Pontcharra, Brunswick etc.) se
aplicaron a buscar una fórmula que simplificara el proceso
de recarga y a la vez aumentar la potencia, precisión y
alcance respecto de sus predecesores.
Así aparecieron toda una serie de innovadores fusiles y
proyectiles sub-calibrados, algunos de ellos bastante
excéntricos.
Aprovecharon los pobres conocimientos que se tenía de la
balística de interior, y se llegó a importantes avances con
resultados notorios, que desembocaron en el proyectil de
forzamiento automático, por expansión forzada mediante conos
añadidos, o compresión
por inercia en el momento del disparo. Hoy denominamos a
este tipo de proyectiles minié, y son fruto del trabajo que
realizaron muchos técnicos militares en lugares distintos,
cada cual con sus propios ensayos y conclusiones
(proyectiles ovoides, asimétricos, cuña de expansión etc.).
Finalmente la mayoría de los ejércitos contemporáneos
aceptaron el proyectil cónico sub-calibrado de base hueca en
sus múltiples versiones y longitudes. Casi todos cumplían
bien su objetivo, que no era otro que poder efectuar
repetidas descargas con potencia, precisión y gran alcance.
Sin duda alguna el Enfield P53 ha sido el modelo referente a
la mayoría de fusiles reglamentarios de gran parte de los
ejércitos de todo el mundo, excluyendo los centroeuropeos que tienen su
propia “personalidad”.
El proyectil del tipo conocido como Minié marcó un antes y
un después en la historia sobre la evolución de las armas,
con el comienza si no la era de las armas rayadas, si la de
la los disparos certeros y contundentes hasta muy larga
distancia, la precisión letal.
El calibre más usual de estos fusiles fue el .58, y el de
los proyectiles oscilaba entre los .560 y .570, aunque
algunos modelos fueron de mayor o menor calibre. Sin embargo
el peso del proyectil, independientemente del calibre,
parece que fue bastante estable, oscilando entre los 400 y
600 grain (26/39 gramos) por lo que su poder letal o invalidante, lo mantenían a lo largo de toda su trayectoria.
Algunos escritos de la época (GUN Work Editrice) citan que a 1000 yardas (914
mts) eran capaces de atravesar una tabla de pino de 10 cm.
con la carga normal de guerra, que oscilaba entre los 3,5
y los 4 de pólvora del tipo militar que era de una calidad
aceptable, pero inferior a la comercial denominada fine. Con
esta carga se obtenían velocidades en boca que oscilaban
entre los 250 y los 330 metros por segundo. La velocidad
residual a la distancia citada se estimaba en 60 mts con un
proyectil de 500 grain, el peso más habitual, y
perfectamente capaz de provocar graves daños.
La bala minie de Luis Hurdisan Guillén |
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Diferentes
proyectiles recuperados del bando confederado en la guerra civil
de los EEUU. Imagen propiedad de War States Collectors.
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Proyectiles engrasados y listos para al
calibrado final a .582. Están destinados al tiro
deportivo con un fusil Remington Zouave
original.
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Cena de clausura tras concluir el Europeo 2003
disputado en Halikko-Finlandia. Astudillo y
Galán. En la mesa también estaban Emilio
Barquín, José Triquell, Nunci Rodríguez, Paloma
y Claudia. Una mesa completita donde no se
realizó ni un disparo a 25 metros, todos a 100.
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Caja
de 5 cartuchos combustibles de calidad para fusil de percusión.
Aceleraban el proceso de carga, pero tenían el
inconveniente de que eran muy frágiles para uso
en campaña.
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