PREPARADOS PARA “FUNDIR”

 

 

José Ramón Galán Talens

 

 

Para fabricar nuestros proyectiles, precisamos de una serie de condicionantes que revisaremos a continuación. En principio debemos contar con el plomo suficientemente caliente, lo que dado la temperatura a la que funde, 328º centígrados, oscilará entre 60 y 90 grados por encima de esta. El motivo es para evitar que comience el proceso de solidificado demasiado pronto, lo que nos daría unos proyectiles tremendamente defectuosos.

 

La temperatura del molde, es incluso mas importante que la del plomo y la insuficiencia en esta, causa parecidas consecuencias por el efecto de solidificado prematuro. Estos efectos son principalmente aristas redondeadas, disminución del calibre y unas arrugas sobre la superficie del proyectil que lo hacen inservible para el tiro de precisión.

 

En la imagen de la izquierda a derecha podemos ver cuatro proyectiles salidos del mismo molde pero muy diferentes entre si. El de la izquierda nos indica que la temperatura del plomo y la del molde eran demasiado bajas. El que le sigue puede que la temperatura del plomo fuera la correcta, pero la turquesa estaba fría. El tercero es perfecto y no presenta irregularidad ninguna, mientras que el situado a la derecha ha sido obtenido con el plomo y turquesa con exceso de temperatura.

 

 

El fabricante de moldes de aluminio, aconseja sumergir una esquina del mismo en el plomo fundido durante unos 20 segundos, y dado que este metal es buen conductor térmico, alcanzará en ese tiempo la temperatura óptima de trabajo, entre 150º y 200º.

 

Para los moldes de acero está totalmente desaconsejada ésta fórmula, considerando más adecuado que se calienten de forma paulatina según se va utilizando de forma normal, pero desechando los primeros 15 o 20 proyectiles. Personalmente y a pesar de estar desaconsejado, suelo calentar las turquesas con un soplete de gas del tipo que conocemos por ser los utilizados por los fontaneros, pero con mucho cuidado y dándoles calor lentamente por toda la superficie y por un tiempo bastante breve que adapto en función del tamaño del molde, pero aun así, suelo desechar los primeros proyectiles.

 

Con una turquesa caliente y el plomo unos grados por encima de la temperatura de fusión, es el momento de ponernos a fabricar nuestros propios proyectiles, en la seguridad que solo con la experiencia obtendremos buenos resultados. Este trabajo simple, requiere de mucha experiencia práctica que adquiriremos con el tiempo, pero enormemente gratificante, ya que se constata inmediatamente la calidad de lo que estamos haciendo.

 

Es muy importante que mantengamos el plomo fundido limpio de impurezas, removiendo cada cierto tiempo y eliminando la escoria semi-sólida que se acumula en la superficie. También quiero resaltar una práctica habitual que consiste en añadir un pequeño trozo de parafina (vale un trozo de vela del tamaño de una moneda), con el fin de facilitar la aleación entre los distintos metales que coexistan en el hornillo. Esta práctica habitual para homogeneizar la colada de plomo y que además consigue que afloren la mayor parte de impurezas o metales residuales.

 

Esta es una práctica que no me gustaba demasiado por desconocer con exactitud el funcionamiento de la misma, pero que empleo actualmente por los motivos resaltados anteriormente. Quiero destacar que hay que añadir esta pequeña cantidad de parafina en el momento en que el plomo este a máxima temperatura, ya que se inflama casi de inmediato facilitando su trabajo, al tiempo que disminuye la cantidad de humo que genera y que es bastante.

Molde de aluminio del fabricante LEE, con dos proyectiles ya solidificados y listos para extraer.

Diferentes proyectiles fundidos con turquesas de aluminio.

 

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