Los fusiles militares de percusión fueron un gran avance tecnológico y precursores de los grandes cambios armamentísticos en la segunda mitad del siglo XIX. Podemos considerarlos como armas de transición hacia los nuevos sistemas de repetición y desaparición de la pólvora negra como propelente de las armas ligeras. Su importancia en la historia se debe a lo convulso de las políticas geoestratégicas y los grandes conflictos en que se vieron envueltas. La actual sociedad moderna nos permite revivir y practicar con este tipo de armas con fines puramente lúdicos y deportivos.

 

Proyectiles

El proyectil minié de base hueca es el que da nombre a la modalidad deportiva MLAIC que se practica con fusil militar a la distancia de 100 metros en posición de tendido.

Sin embargo no fue el único proyectil diseñado originalmente para tomar las estrías por expansión. Es por ello que el reglamento restringe el uso de este tipo de proyectiles a los originalmente diseñados para ello.

4.8 Municiones. Reglas específicas.

c. Balas

i) Las balas deben ser del estilo asociado con el arma original, a saber:

dd) Rifles militares de percusión – bala de expansión de estilo original

 

Hubo tantas variantes del proyectil como fusiles en los arsenales, pues eran modificados o simplificados a medida que aumentaba su experiencia sobre el comportamiento en el campo de batalla. Al inicio los hubo con elementos para forzar el cono de expansión, sin ellos, con ranuras de engrase, sin ellas, con diferentes formas de concavidad, diferentes longitudes y peso y un muy largo etc.

Teóricamente en el momento del disparo la falda del proyectil se expande y ajusta al estriado, de forma que al avanzar el proyectil lo hace girando sobre sí mismo y estabilizando su vuelo. La práctica y el análisis nos han demostrado que la expansión del proyectil y toma de estrías es más por inercia y no por deformación de la falda. Los proyectiles originales recuperados también nos lo demuestran.

 

Este proyectil debido a su gran masa y a la base hueca, tiene la particularidad de que su centro de gravedad queda muy avanzado, y esto le ayuda a mantenerse relativamente estable incluso a muy baja velocidad. Impidiendo que se voltee por un efecto similar a lo que les ocurre a las pelotas de bádminton (proyectil volante), avanzan con la parte pesada y que menos resistencia ofrece al avance.

  

Se diseñaron para cargarlos sub-calibrados y que por expansión en el momento del disparo se ajustaran al estriado. El proyectil de menor diámetro que el ánima permitía un proceso de carga rápido, y aunque perdía precisión a los pocos disparos por un exceso de residuos de combustión, no quedaba inutilizado y podía seguir disparando. Fue un gran avance armamentístico en los ejércitos, se pasó del mosquete de chispa y ánima lisa con efectividad limitada a poco más de 50 metros, a un moderno fusil de percusión estriado efectivo hasta los 300 aunque el alcance era mucho mayor en ambos casos. Ello parece trivial, pero conmocionó las estrategias militares de la época, la artillería ya no podía situarse cerca del enemigo, pues era vulnerable hasta los 1000 metros. Y los combates en formación cerrada, una buena estrategia apenas unas décadas antes, fueron la causa de verdaderas carnicerías. La guerra civil de los EE.UU. es un buen exponente de lo mencionado.

A continuación adjuntamos unos enlaces muy descriptivos de la historia de este curioso proyectil que apenas duro en los campos de batalla dos décadas. Los estados más pobres los continuaron utilizando casi hasta finales del XIX. También fueron ampliamente utilizados en África y Asia como armas de caza hasta mediado el siglo XX. Son armas robustas y contundentes.

La bala minie de Luis Hurdisan Guillén

La bala minié

 

Pero dejemos de lado los motivos históricos, y pasemos a lo meramente deportivo.

Si lo analizamos desde este punto de vista, que es el que nos ocupa, es todo muy diferente. Y aunque algunos deportistas aun se llaman puristas y fieles al concepto original. Nada de ello es verdad, cargamos proyectiles calibrados con exactitud, lubricados con las mejores grasas, y empleamos las mejores pólvoras, fulminantes etc.

El proyectil es el elemento más relevante a la hora de conseguir resultados deportivos, por supuesto junto con el arma y las condiciones técnicas del tirador. Pero un proyectil inadecuado al giro de las estrías, jamás volará con precisión.

 

El paso de las estrías dota al proyectil de un efecto giroscópico que lo estabiliza en su vuelo. Necesitamos pues un proyectil vuele centrado, pues este elemento navegará solo durante 99 metros hasta impactar en el blanco, y preferiblemente dentro de un círculo no mayor de 10 centímetros. La balística de exterior nos ayuda a entender este comportamiento, que puede ser optimizado ajustando la longitud del proyectil al paso de estrías.

Para un mismo calibre, cuanto más lento sea el giro, menor debe ser la longitud del proyectil y viceversa. Esto como norma genérica y para tiro de precisión.

La base hueca tiene la propiedad de quitar peso en la parte trasera y adelantar el centro de gravedad. Esto obliga al proyectil a navegar con la cabeza por delante, de forma que la trayectoria es más o menos recta. Militarmente fue suficiente, pero no es lo que buscamos para tiro deportivo de precisión.

 

Dando por sentado que todos los proyectiles son válidos, no todos se comportarán igual en vuelo. La longitud total, el peso y la forma de la cavidad de base influyen notablemente en las condiciones balísticas que rigen el vuelo del mismo hasta el blanco. Y eso ocurrirá de forma más o menos estable y precisa en función de la velocidad inicial y de las revoluciones por unidad de tiempo que le imprima el cañón.

De lo dicho deducimos que un rifle puede no ser preciso con un proyectil determinado, pero si con otro de distinta masa, longitud o forma del hueco de la base, todo ello sin cambiar ningún otro parámetro de la carga.

No podemos cambiar el número de estrías ni el paso, pero si podemos ajustar los proyectiles en los parámetros mencionados para conseguir la máxima precisión.

Ello hace muy interesante la modalidad de Minié, y no debemos pensar por ello que es una complejidad añadida. Los militares de la época tuvieron las mismas dificultades, de ahí la enorme cantidad de modelos de proyectil reglamentarios que hubo. En las imágenes de la derecha podemos ver algunas muestras, y como estas existen miles.

Todos vuelan más o menos bien, pero en competición deportiva precisamos de más exactitud. Es por eso que calibramos y buscamos los complementos de carga que nos ofrezcan la mayor regularidad en al menos los 15 disparos para completar una competición sin que perdamos exactitud en la zona de impacto. Somos conscientes de que existen otras variables, pero el proyectil es el más importante, pues un error en el lubricante o la carga nos arruina una tirada, pero no disponer del proyectil adecuado a nuestro rifle y distancia de tiro nos arruina la temporada o nos hace desistir de la modalidad.

 

Actualmente existen réplicas de fusiles cuyo fabricante ofrece los moldes y/o proyectiles adecuados, pero se han demostrado válidos para 50 metros, y solo regulares para la distancia de 100 metros. En otros modelos simplemente los han retirado y/o substituido. Ello nos indica la importancia del mismo en las dimensiones que hemos mencionado anteriormente, longitud y masa principalmente y por este orden. La forma también es determinante, pero partimos del proyectil estándar que conocemos como minié y que puede ser utilizado en cualquier fusil militar de percusión.

 

La mayoría de tiradores que participan en alta competición prefieren fabricarse sus propios proyectiles. De esta forma tienen un mayor control sobre los materiales, temperaturas y calidad final de los mismos. En algunos casos se pesan y guardan por lotes. El autor no llega a tanto, los que a simple vista no pasan el control de calidad, son devueltos al crisol.

Es conveniente emplear el mejor molde que podamos permitirnos, y mientras que para los proyectiles esféricos podemos decir que casi puede valer cualquiera de ellos, para los minié de base hueca recomendamos los de mayor calidad, Lyman, RCBS, Hensel etc. Ello además nos permite probar distintas opciones y en ocasiones con algunos accesorios modificar el proyectil cambiando la longitud y cavidad de la base. Los Pedersoli son igualmente recomendables.

Otros en cambio prefieren adquirirlos, por comodidad o porque no desean fundir plomo por los inconvenientes que acarrea, suciedad olores etc.

 

Algunos tiradores emplean los proyectiles tal cual salen de los moldes o los adquieren, especialmente cuando son sensiblemente de menor calibre que el ánima. El rendimiento suele ser aceptable por la particularidad del mismo. En este caso, y en general, solemos emplear plomo puro para facilitar la toma de estrías por expansión-compresión.

 

Personalmente considero que el proyectil más adecuado a nuestro fusil militar, será el que mejor se ajuste al calibre exacto del ánima del cañón. Y para ello necesitamos un calibrador que unifique el diámetro externo de todos ellos ajustándolos al calibre exacto de nuestro rifle (medido entre campos y no a fondo de estría). Que entre más ajustado o ligero resulta secundario, lo verdaderamente importante será la uniformidad de todos ellos.

Estos calibradores los podemos encontrar de forma comercial, pero no siempre disponen del que necesitamos. Para algunos modelos de fusil tendremos que recurrir a que nos lo fabrique un profesional, o bien retocar nosotros mismos uno comercial de menor diámetro.

Para calibrar un proyectil, antes lo lubricaremos y seguidamente lo haremos pasar por el útil adecuado al diámetro interior del ánima. El calibrado es buenos si el proyectil entra en el cañón sin agarrarse, pero tampoco demasiado suelto.

 

En general, para el tiro a 100 metros, solemos emplear proyectiles de gran masa, 500 grain (32 gramos) o superiores, pues la gran inercia les da una cierta regularidad. No obstante no son descartables proyectiles de menor masa a cambio de estabilidad en el vuelo. De nada nos servirá la inercia si el vuelo es errático. 

Fueron infinidad los proyectiles diseñados para cargar sub-calibrados y que tomaran las estrías por expansión y/o compresión. En la imagen solo una ínfima variedad de modelos europeos. Ampliar

 

Dos variantes del proyectil minié de base hueca clásico de calibre .58, uno de 34,4 gramos y otro de 29,2. Ambos proceden del mismo molde, solo hemos cambiado el accesorio de la base para modificarlo. Técnicamente el de 29 gramos es el más adecuado al lento paso de estrías de los fusiles militares de percusión. Sin embargo el pesado también vuela bien por la particularidad del mismo.

 

Un accesorio de base nos permite modificar el proyectil para optimizar su rendimiento balístico en nuestro rifle. Este tipo de modificaciones no contravienen el reglamento, pues no alteramos el proyectil, tan solo acortamos su longitud y cambiamos el cono de expansión. Esto último tiene varias ventajas, pues evita burbujas en el cono y facilita la extracción del proyectil. En lo que a balística se refiere, se trata de un cambio radical. Ver más

 

 

El calibrado es uno de los aspectos que mejoran la regularidad. Para ello lubricamos el proyectil y lo hacemos pasar a través del útil de calibrado, que elimina por arrastre el sobrante, igualando el diámetro de todos ellos. El engrasado previo evita innecesarias deformaciones.
En la imagen se aprecia que solo uno es comercial, mientras que los otros dos son artesanales.

 

Proyectiles originales recuperados de la guerra civil americana. Imagen propiedad de State Collectors. Ampliar

 

 

Un molde y tres proyectiles balísticamente distintos. Con solo cambiar la base podemos mejorar el comportamiento de nuestro rifle o adaptarlo para varias distancias de tiro.

 

 

Proyectiles originales recuperados de la guerra civil americana. Imagen propiedad de State Collectors.

 

 

Proyectiles fundidos para el Zouave de calibre .58. Arriba con dos bandas de engrase y 29 gramos, abajo con tres bandas y 34 gramos. Ambos vuelan perfectamente, si bien el de 29 gramos tiene un comportamiento sensiblemente más preciso.

 

 

Proyectiles recuperados en los que se aprecia claramente la marca de las estrías, pero ninguna dilatación en la falda.

 

 

Proyectiles para la prueba de Minié, algunos de base hueca y expansión, y otros de compresión para el Lorenz.

 

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