Proyectiles
El proyectil minié de base hueca es el que da
nombre a la modalidad deportiva MLAIC que se practica con
fusil militar a la distancia de 100 metros en posición de
tendido.
Sin embargo no fue el único proyectil diseñado
originalmente para tomar las estrías por expansión. Es por
ello que el reglamento restringe el uso de este tipo de
proyectiles a los originalmente diseñados para ello.
4.8 Municiones. Reglas específicas.
c. Balas
i) Las balas deben ser del estilo
asociado con el arma original, a saber:
dd) Rifles militares de percusión –
bala de expansión de estilo original
Hubo tantas variantes del proyectil como
fusiles en los arsenales, pues eran modificados o
simplificados a medida que aumentaba su experiencia sobre el
comportamiento en el campo de batalla. Al inicio los hubo con elementos para forzar
el cono de expansión,
sin ellos, con ranuras de engrase, sin ellas, con diferentes
formas de concavidad, diferentes longitudes y peso y un muy
largo etc.
Teóricamente en el momento del disparo la falda del
proyectil se expande y ajusta al estriado, de forma
que al avanzar el proyectil lo hace girando sobre sí mismo y
estabilizando su vuelo. La práctica y el análisis nos
han demostrado que la expansión del proyectil y toma de
estrías es más por inercia y no por deformación de la falda. Los
proyectiles originales recuperados también nos lo
demuestran.
Este proyectil debido a su gran masa y a la base hueca,
tiene la particularidad de que su centro de gravedad queda
muy avanzado, y esto le ayuda a mantenerse relativamente
estable incluso a muy baja velocidad. Impidiendo que se
voltee por un efecto similar a lo que les ocurre a las
pelotas de bádminton (proyectil volante), avanzan con la parte pesada y que menos
resistencia ofrece al avance.
Se diseñaron para cargarlos sub-calibrados y que por
expansión en el momento del disparo se ajustaran al
estriado. El proyectil de menor diámetro que el ánima
permitía un proceso de carga rápido, y aunque perdía
precisión a los pocos disparos por un exceso de residuos de
combustión, no quedaba inutilizado y podía seguir
disparando. Fue un gran avance armamentístico en los
ejércitos, se pasó del mosquete de chispa y ánima lisa con
efectividad limitada a poco más de 50 metros, a un moderno
fusil de percusión estriado efectivo hasta los 300 aunque el
alcance era mucho mayor en ambos casos. Ello parece trivial,
pero conmocionó las estrategias militares de la época, la
artillería ya no podía situarse cerca del enemigo, pues era
vulnerable hasta los 1000 metros. Y los combates en
formación cerrada, una buena estrategia apenas unas décadas
antes, fueron la causa de verdaderas carnicerías. La guerra civil
de los EE.UU. es un buen exponente de lo mencionado.
A continuación adjuntamos unos enlaces muy descriptivos de
la historia de este curioso proyectil que apenas duro en los
campos de batalla dos décadas. Los estados más pobres los
continuaron utilizando casi hasta finales del XIX. También
fueron ampliamente utilizados en África y Asia como armas de
caza hasta mediado el siglo XX. Son armas robustas y
contundentes.
La bala minie de Luis Hurdisan Guillén
La bala minié
Pero dejemos
de lado los motivos históricos, y pasemos a lo meramente
deportivo.
Si lo analizamos desde este punto de vista, que es el que
nos ocupa, es todo muy diferente. Y aunque algunos deportistas
aun se llaman puristas y fieles al concepto original. Nada
de ello es verdad, cargamos proyectiles calibrados con
exactitud, lubricados con las mejores grasas, y empleamos
las mejores pólvoras, fulminantes etc.
El proyectil es el elemento más relevante
a la hora de conseguir resultados deportivos, por supuesto
junto con el arma y las condiciones técnicas del
tirador. Pero un proyectil inadecuado al giro de las estrías,
jamás volará con precisión.
El paso de las estrías
dota al proyectil de un efecto giroscópico que lo estabiliza
en su vuelo. Necesitamos pues un proyectil vuele centrado,
pues este
elemento navegará solo durante 99
metros hasta impactar en el blanco, y preferiblemente dentro
de un círculo no mayor de 10 centímetros. La balística de
exterior nos ayuda a entender este comportamiento, que puede
ser optimizado
ajustando la longitud del proyectil al paso de estrías.
Para un mismo calibre,
cuanto más lento sea el giro, menor debe ser la longitud del
proyectil y viceversa. Esto como norma genérica y para tiro
de precisión.
La base hueca tiene la
propiedad de quitar peso en la parte trasera y adelantar el
centro de gravedad. Esto obliga al proyectil a navegar con
la cabeza por delante, de forma que la trayectoria es más o
menos recta. Militarmente fue suficiente, pero no es lo que
buscamos para tiro deportivo de precisión.
Dando por sentado que todos los proyectiles son válidos, no
todos se comportarán igual en vuelo. La longitud total, el
peso y la forma de la cavidad de base influyen notablemente en las
condiciones
balísticas que rigen el vuelo del mismo hasta el blanco. Y eso ocurrirá de forma más o
menos estable y precisa en función de la velocidad inicial y
de las revoluciones por unidad de tiempo que le imprima el cañón.
De lo dicho deducimos que un rifle puede no ser preciso
con un proyectil determinado, pero si con otro de distinta masa, longitud o
forma del hueco de la base, todo ello sin cambiar ningún
otro parámetro de la carga.
No podemos cambiar el número de estrías ni el paso, pero si
podemos ajustar los proyectiles en los parámetros
mencionados para conseguir la máxima precisión.
Ello hace muy interesante la modalidad de Minié, y no
debemos pensar por ello que es una complejidad añadida. Los
militares de la época tuvieron las mismas dificultades, de
ahí la enorme cantidad de modelos de proyectil
reglamentarios que hubo. En las imágenes de la derecha
podemos ver algunas muestras, y como estas existen miles.
Todos vuelan más o menos bien, pero en competición deportiva
precisamos de más exactitud. Es por eso que calibramos y
buscamos los complementos de carga que nos ofrezcan la mayor
regularidad en al menos los 15 disparos para completar una
competición sin que perdamos exactitud en la zona de
impacto. Somos conscientes de que existen otras variables,
pero el proyectil es el más importante, pues un error en el
lubricante o la carga nos arruina una tirada, pero no
disponer del proyectil adecuado a nuestro rifle y distancia
de tiro nos arruina la temporada o nos hace desistir de la
modalidad.
Actualmente existen réplicas de fusiles cuyo fabricante
ofrece los moldes y/o proyectiles adecuados, pero se han
demostrado válidos para 50 metros, y solo regulares para
la distancia de 100 metros. En otros modelos simplemente los han retirado y/o
substituido. Ello nos indica la importancia del mismo en las
dimensiones que hemos mencionado anteriormente, longitud y
masa principalmente y por este orden. La forma también es
determinante, pero partimos del proyectil estándar que
conocemos como minié y que puede ser utilizado en cualquier
fusil militar de percusión.
La mayoría de tiradores que participan en alta competición
prefieren fabricarse sus propios proyectiles. De esta forma
tienen un mayor control sobre los materiales, temperaturas y
calidad final de los mismos. En algunos casos se pesan y
guardan por lotes. El autor no llega a tanto, los que a
simple vista no pasan el control de calidad, son devueltos
al crisol.
Es conveniente
emplear el mejor molde que podamos permitirnos, y mientras
que para los proyectiles esféricos podemos decir que casi
puede valer cualquiera de ellos, para los minié de base
hueca recomendamos los de mayor calidad, Lyman, RCBS, Hensel
etc. Ello además nos permite probar distintas opciones y en
ocasiones con algunos accesorios modificar el proyectil
cambiando la longitud y cavidad de la base. Los Pedersoli
son igualmente recomendables.
Otros en cambio prefieren adquirirlos, por comodidad o
porque no desean fundir plomo por los inconvenientes que
acarrea, suciedad olores etc.
Algunos tiradores emplean los proyectiles tal cual salen de
los moldes o los adquieren, especialmente cuando son
sensiblemente de menor calibre que el ánima. El rendimiento
suele ser aceptable por la particularidad del mismo. En este
caso, y en general, solemos emplear plomo puro para
facilitar la toma de estrías por expansión-compresión.
Personalmente considero que el proyectil más adecuado a nuestro fusil militar, será el que mejor se ajuste al
calibre exacto del ánima del cañón. Y para ello necesitamos
un calibrador que unifique el diámetro externo de todos
ellos ajustándolos al calibre exacto de nuestro
rifle (medido entre campos y no a fondo de estría). Que
entre más ajustado o ligero resulta secundario, lo
verdaderamente importante será la uniformidad de todos
ellos.
Estos calibradores los podemos encontrar de forma comercial,
pero no siempre disponen del que necesitamos. Para algunos modelos de fusil tendremos que
recurrir a que nos lo fabrique un profesional, o bien
retocar nosotros mismos uno comercial de menor diámetro.
Para calibrar un proyectil, antes lo lubricaremos y
seguidamente lo haremos pasar por el útil adecuado al
diámetro interior del ánima. El calibrado es buenos si el proyectil
entra en el cañón sin agarrarse, pero tampoco demasiado
suelto.
En general, para el tiro a 100 metros, solemos emplear
proyectiles de gran masa, 500 grain (32 gramos) o
superiores, pues la gran inercia les da una cierta
regularidad. No obstante no son descartables proyectiles de
menor masa a cambio de estabilidad en el vuelo. De nada nos
servirá la inercia si el vuelo es errático. |