Engrasado
o humedecido
Antiguamente, los
cazadores usaron las envueltas o calepinos, engrasados
con un poco de grasa animal (la única de que disponían)
con el fin de obtener una cierta estanqueidad en la
carga, al tiempo que les permitía mantener cargado el
rifle durante mas tiempo, y con la seguridad,
relativa, de que
funcionaria cuando se le requiriese.
Otro de los
beneficios que se obtenía al usarlos engrasados, era la
facilidad de carga, pues al emplear una envuelta
engrasada el proyectil se deslizaba mejor a través del
cañón y una relativa seguridad de que no se rompería
cuando se disparase el arma, por efecto del rozamiento o
fricción. Se podría comparar al “blindaje” de los
modernos proyectiles actuales, pues tienen o tenían
cometidos similares, protección del proyectil de plomo,
toma de estrías, reducción de los residuos en las mismas
etc.
Actualmente en
Estados Unidos, se fabrican y venden calepinos pre-engrasados,
fundamentalmente para el consumo de los cazadores
americanos (del norte) que aun practican la caza con
armas de avancarga por placer y deportividad (miras
abiertas, poco alcance efectivo, un solo disparo y si
fallas, gana la pieza). Aunque supongo que el que les
amplíe el período de caza, respecto de las armas
modernas, también tiene mucho que ver.
Actualmente y en lo
que a la práctica deportiva se refiere, se usan
diferentes líquidos para el engrase o humectación de los
calepinos, sin que haya una clara inclinación por
ninguno de ellos.
Algunos tiradores
usan “taladrina” más o menos diluida en agua, un aceite
soluble que se usa para refrigerar las maquinas de
corte. Otros emplean productos comerciales basados en
este u otros aceites solubles en agua. Mientras que la
gran mayoría, usan agua ligeramente jabonosa, sin olvidar mencionar algunos
“clásicos” que humectan los calepinos de pistola con
saliva, como dicen que se hacia antiguamente ¿? (se me
ha secado la boca solo de pensarlo), y me consta
realmente porque tengo varios amigos que practican esta
última fórmula.
Todos ellos cumplen
el fin para el que se les requiere, facilitar la carga
del proyectil, disolver parte de los residuos del
disparo anterior y disminuir el rozamiento durante el
mismo. Pero el uso de estos líquidos entraña una pequeña
dificultad debido a la humedad que pueden transmitir a
la carga de pólvora, sobre todo cuando los usemos en
armas cortas (cargas bajas), y que podrían provocar
disparos defectuosos. Es por ello que cuando usemos
estos líquidos para humedecer los calepinos, sería muy
conveniente intercalar entre la carga y el proyectil
envuelto una cantidad de sémola de trigo (es lo que
hacen la gran mayoría de tiradores), un taco de fieltro
o bien otro tipo de aislante como el papel etc.
Para la actividad
deportiva es perfectamente válido cualquier sistema de
los señalados anteriormente. Personalmente he probado la
totalidad de los líquidos y grasas, sin apreciar que
haya una ventaja clara en ninguno de ellos. Es
por ello que
desde tiempo atrás decidí humedecer
mis calepinos con
agua ligeramente jabonosa, y de esta forma
con lo que he obtenido las
mejores marcas. Sin embargo cada tirador deberá
buscar la solución que mejor le convenga.
Personalmente no le
doy excesiva importancia a la composición del líquido
que empleo. Básicamente se trata de agua a la que añado
un poco de jabón líquido (fairy o cualquier otro
similar, incluso champú) en una proporción aproximada
del 5%. Esta pequeña cantidad de jabón ejerce una acción
sensiblemente lubricante que me permite cargar con
facilidad. También he probado diversas composiciones a
base de aceites solubles (taladrina especialmente), sin
obtener resultados que merecieran la pena tenerlos en
cuenta. Con los líquidos comerciales, más de lo mismo,
pienso que no se obtiene nada especial con ellos y que
no son mejores ni peores, solo innecesarios.
Como nota de interés
quiero apuntar que con los calepinos engrasados, no se
obtienen los mejores resultados deportivos, tal
vez lo contrario, pues es mas difícil homogeneizarlos.
No se debe cargar
con el calepino seco, ya que resulta casi imposible
de introducir, y
además lo romperemos o deformaremos en exceso el
proyectil. Cuando empleamos calepino, es
indispensable humedecerlo o engrasarlo ligeramente.