Para el fusil Springfield Trapdoor (trampilla) modelo 1865, que
procedía de la reforma de los Springfield de avancarga, se diseñó el cartucho 58-60-500,
que básicamente era igual al cartucho de avancarga (proyectil minié de calibre 58, carga
de 60 grain de pólvora y 500 grain de peso del proyectil) pero con vaina metálica y
percusión anular (como los cartuchos de calibre .22 actuales que tanto conocemos y que
derivan asimismo de otro .22 de mediado siglo XIX). Pero este cartucho no satisfizo a los
militares, pues no mejoraba demasiado al sistema anterior de avancarga, por lo que para el
modelo siguiente 1866 sé rediseñó el cartucho, convirtiéndose en el 50-70-450,
reduciendo el calibre a 50 milésimas de pulgada con un proyectil sólido (no Minié) de
450 grain de peso y una carga de 70 de pólvora negra. Este cartucho ya era de fuego
central, pues generaba bastante mas presión que su predecesor y no hubiese aguantado con
una vaina de encendido anular. Se aprovecho los sistemas de encendido por percusión
central que en aquellos tiempos se estaban ideando, primero con el sistema Berdan y más
tarde con el Boxer. Este cartucho también se denominó 50-70, y ya era considerado muy
potente en la época, pues los 370 mts de velocidad en boca, junto con el peso y forma del
proyectil, le conferían una trayectoria tensa (para la época) y una muy buena potencia
remanente incluso a largas distancias. Durante esta década hubo una febril actividad
en el diseño y estudio de nuevos cartuchos metálicos fundamentalmente de percusión
central, tantos que sería prácticamente imposible hacer breve un repaso de todos ellos,
por lo que solo citaré los que tuvieron algo que ver con el que nos ocupa.
1873 es la fecha que pasa a la historia casi como la
consolidación del cartucho metálico de fuego central. El Springfield modelo 1873
se recamara para el nuevo 45-70-400, denominado por el ejercito como 45-70 Government.
En este cartucho de nuevo se reduce el calibre y peso del proyectil, manteniendo la carga
en los 70 grain, con el fin de aumentar la velocidad inicial a 420 mts y conseguir una
mayor potencia y rasante. Pero a pesar de los cambios, no obtenían una precisión
razonable, por lo que mas adelante lo cargaron con proyectiles de 500 grain pensando que
con ello se aprovecharían mejor los gases de la combustión de la carga. No obstante
jamás pasaría a los anales de la historia por su precisión, pero no porque no la pudiera
tener, sino porque las armas militares que lo usaron fueron desde un primer momento
"refritos",
incluso algunas de las primeras ametralladoras que se diseñaron estaban recamaradas para
este cartucho. En el cartucho militar la carga consistía en 70 grain de pólvora de
calidad regular, un taco de cartón duro y proyectil de 400 grain con envuelta de papel
encerado.
En el ámbito civil se construyeron magníficos rifles del tipo
Rémington
Rolling Block y Sharps que si supieron sacar partido a este magnífico
cartucho. En distintas competiciones deportivas de tiro a larga distancia, consiguieron
imponerse sobre otros cartuchos hoy desaparecidos. No obstante debe tenerse en cuenta que
optimizaron el cartucho por medio de la recarga, mejorando la calidad de
la pólvora, buscando el proyectil mas idóneo (forma, peso, aleación etc...) o preciso,
limpiando el ánima del cañón entre disparos, etc.
Debemos recordar el famoso concurso de Winbledon en la década de
los 70 (del siglo XIX), en el que se enfrentaron un equipo americano con armas de cartucho
metálico (rifles Sharps y Rémington Rolling Block) contra otro inglés con armas de
avancarga (rifles del tipo Alexander Henry y Rigby fundamentalmente) en una prueba de
precisión típica a la distancia de 1000 yardas (914 metros). La prueba fue ganada por el
equipo americano, pero hubo una reclamación del equipo anfitrión respecto a que los
tiradores americanos limpiaban el cañón entre disparos, por lo que a petición de un
periodista se hizo una segunda prueba (la revancha) en la que no se podía limpiar el
cañón. En esta ocasión fue ganada por el equipo ingles con armas de avancarga, quedando ambos contendientes
satisfechos.
Hay una diferencia abismal entre la balística de interior de un
arma que se carga por la boca y que toma las estrías por compresión en el momento del
disparo, respecto de otra de cartucho metálico y cuyo proyectil tiene ya el
diámetro del ánima a fondo de estrías, pero
eso es un tema que merecería capitulo aparte.
El motivo de este comentario ha sido para sacar la conclusión de
que
limpiando entre disparos, las armas de cañón estriado en almena y cartucho metálico
cargado con pólvora negra, fueron superiores a las de avancarga en cuanto a precisión se
refiere. De todos los cartuchos que coexistieron con el que es motivo de este
trabajo, tan solo ha sobrevivido al olvido el 44-40 WCF que será motivo de un
próximo trabajo.