Limpieza de la pistola
La limpieza y mantenimiento de la pistola de
percusión es de los más sencillos de entre todas las de
avancarga. Aunque doy por supuesto que nadie necesita de
explicación alguna al respecto, relataré un poco el método
que empleo, si no para enseñar, si espero sirva como
contraste.
1º) En primer lugar destacar que mis armas
llegan a casa con una pequeña protección. Y es que en el
campo de tiro y nada más acabar la sesión de tiro, les paso
con la baqueta uno o varios trapos impregnados en aceite.
Con esto elimino una parte de los residuos, al tiempo que
neutralizo la acción de las sales de los mismos, al menos
hasta que limpie el arma con más detenimiento. Con esta
protección no es imprescindible limpiarlas de forma
inmediata. El ánima es la parte más sensible del cañón y a
la que dedico mas cuidados.
2º) Ya en casa extraigo el cañón y lo meto
por la parte de la recámara en una cubeta de material
plástico rellena de agua. Con un cepillo de higiene dental
limpio la zona de la recámara y chimenea. Los residuos se
van rápido, pues todos son solubles en agua.
3º) A continuación, y con el cañón aun dentro
del agua, introduzco un trapo humedecido con la baqueta. Si es
necesario lo doblo para que entre apretado. Le aplico
movimientos de vaivén para, al tiempo que limpio el ánima a
fondo de estrías, bombear agua a través de la chimenea para limpiar por arrastre los
residuos que pudieran existir en el canal de fuego (entre la
cámara de la chimenea y recámara).
4º) Extraigo el cañón de la cubeta y lo seco
exteriormente con una toalla o papel de cocina. A
continuación y con la baqueta (que también he secado) paso varios trapos de bayeta por el interior
hasta que salgan limpios y secos. La acción de
bombear, en esta ocasión solo aire, provoca que este se
caliente por compresión y si lo hacemos con la frecuencia
necesaria conseguiremos subir la temperatura en la recámara
lo suficiente como para secar el
canal de fuego y cámara de la chimenea, zonas de difícil
acceso.
Actualmente dispongo de un pequeño
compresor de aire que me facilita esta última fase del
secado, y tras pasar unos trapos para acabar de limpiar el
ánima, finalizo introduciendo aire a presión por
la chimenea y por la boca.
5º) Para finalizar solo resta pasar un trapo
de bayeta ligeramente aceitado, sin que gotee, por el ánima
y exterior del cañón. Con ello doy por finalizado el proceso
de limpieza.
De tarde en tarde extraigo la chimenea para
su revisión, aproximadamente cada 300/500 disparos, y de
paso también elimino el exceso
de carbonilla que queda en el interior de la cabeza del
percutor.
Solo me queda indicaros que empleo agua
corriente y nunca detergentes ni desengrasantes de ningún
tipo, pues lo considero innecesario. Sin embargo quiero
remarcar que el agua caliente disuelve mejor los residuos y con
mayor rapidez y eficacia. No tengo nada en contra de los
disolventes comerciales para armas de avancarga, pero los
considero innecesarios.
En los campeonatos internacionales los
tiradores suelen limpiar sus armas tras los entrenamientos
en las zonas habilitadas para ello, y resulta muy curioso y
enriquecedor ver los diferentes métodos que emplean. No
destaco ninguno porque en definitiva todos lo hacemos de
forma similar. Tal vez difieren algunos, no todos,
anglosajones que tienden a emplear disolventes comerciales.
La mayoría de alemanes emplean solo agua que calientan en
unos recipientes eléctricos de los que se emplean para
infusiones.