José Ramón Galán Talens

 

Limpieza del revólver

La limpieza y mantenimiento del revólver son vitales para conseguir buenos resultados deportivos.

 

Fotocomposición con un Rémington New Model Army y algunos elementos de carga. Destaca la baqueta especial para limpieza del cañón. Esta tiene una longitud exacta que le permite pasar trapos de limpieza sin llegar al fondo de la recámara, algo que sin duda es muy útil para la limpieza del ánima del cañón entre recargas del tambor.

 

 

LIMPIEZA  DEL  REVÓLVER

 

No existe un procedimiento concreto sobre la forma correcta de limpiar un revólver, todos lo son en mayor o menor medida. Se trata básicamente de eliminar los residuos de la pólvora negra y lubricar ligeramente para evitar la aparición del óxido.

 

Las armas de concurso que son disparadas habitualmente, no suelen limpiarse a fondo tras cada sesión de tiro, solo de una forma básica que alcance las zonas que acumulan mayor cantidad de residuos (cañón, tambor, eje y armazón). No obstante, cada cierto número de sesiones, resulta imprescindible afrontar una limpieza a fondo que incluya todos los mecanismos de disparo y su alojamiento, así como los alvéolos donde se alojan las chimeneas.

 

Entre los tiradores no existe un criterio único en cuanto al momento de afrontar una limpieza a fondo, algunos lo hacen tras cada sesión de tiro, mientras que otros, en cambio, las afrontan cada 10/20 sesiones o coincidiendo con la substitución de chimeneas de forma semestral o incluso anual. Personalmente me sitúo entre los últimos y limpio a fondo muy de tarde en tarde. Supongo que esto irá en función del uso que se le da al revólver. No es lo mismo un arma que se dispara una vez al año, como los que tiran dos o mas veces por semana.

 

Por ser el más habitual, describiremos el proceso de limpieza básico de un Rémington, pero es perfectamente trasladable a los Rogers Spencer. En los modelos de Colt es similar, aunque el sistema para desmontar el tambor y cañón es distinto pero sencillo de todas formas:

 

  1. En primer lugar pondremos el martillo en la primera posición, mas conocida como “de seguro” o “medio armado”.

  2. Extraemos el tornillo-eje de la palanca de carga y la sacamos completamente de su alojamiento junto con el eje y el mismo cilindro.

  3. Con el tambor fuera, eliminamos los residuos del interior de cada una de las recámaras. Para ello pasaremos una baqueta adecuada al calibre, con un trapo en la punta o lavador, preferentemente del tipo “bayeta” humedecido en agua o disolvente para pólvora negra. Personalmente empleo un sistema más expeditivo y rápido, sumergiendo el tambor en una cubeta con agua y pasándole la baqueta por el interior de las recámaras. Con un cepillo de higiene dental limpio el exterior del mismo y zona de las chimeneas. Seguidamente procedo a un secado interior y exterior con trapos de algodón y seguidamente aire a presión para eliminar cualquier resto de humedad (en ocasiones empleo un secador de aire caliente para el mismo cometido). Una vez completamente seco habrá que protegerlo con una ligera capa de aceite para armas (prestar atención al eje central). Destacar que personalmente nunca lubrico el interior de las recámaras, tan solo me aseguro que están perfectamente secas pasando un trapo seco muy apretado.

  4. La parte interna del armazón y el martillo, se limpian fácilmente con un cepillo humedecido en agua o disolvente para pólvora negra (preferentemente no combustible).

  5. El ánima del cañón es una parte esencial a la que deberemos prestar máxima atención. Para su limpieza, pasaremos una baqueta con un trapo de bayeta humedecido que comprima bien sobre las estrías, de forma que absorba los residuos situados al fondo de las mismas. Se pasarán varios trapos hasta que estos salgan limpios, preferiblemente con un movimiento de vaivén. El proceso de secado y lubricación es el habitual mencionado anteriormente, preferentemente empleando trapos que entren apretados al cañón para que lleguen al fondo de las estrías.

  6. Con todo limpio y ya protegido (lubricado), instalaremos el eje del tambor y la palanca de carga (por este orden) que aseguramos con el tornillo-eje. Seguidamente montamos el cilindro y comprobamos que mecánicamente todo funciona correcto.

 

Introducir un trapo de bayeta humedecido en agua, aceite o seco y pasarlo con movimiento de vaivén, es la fórmula que empleamos la mayoría para limpiar, secar y lubricar el ánima del cañón. Importante que el trapo entre apretado para que cumpla bien su función.

 

En el caso de los Roger&Spencer, el proceso es el mismo con la salvedad de que no se extrae el tornillo-eje de la palanca de carga, solo hay que situarlo en la posición que libera todo el conjunto. En el caso del modelo de Feinwerkbau, existe una marca en la cabeza del tornillo que debe situarse hacia abajo.

 

Cuando afrontemos una limpieza total, será desmontado todo el mecanismo de disparo y la empuñadura, eliminando todos los residuos de combustión acumulados, sin olvidar el alojamiento interior del armazón. Estos mecanismos no se lubrican para evitar un mayor acúmulo de residuos, no obstante queda a criterio de cada usuario, teniendo en cuenta que si decidimos su lubricación, deberemos afrontar su limpieza con mayor frecuencia y no superior a las cinco sesiones de tiro.

 

Respecto del cilindro, es recomendable que tan pronto recibamos el arma, nueva o de ocasión, sean desmontadas las chimeneas para comprobar su estado, canal de fuego y cabeza de percusión principalmente, además que todas tengan un desgaste similar y sean de la misma procedencia. Tanto si decidimos substituirlas, como si las mantenemos, convendrá montarlas con unas vueltas de cinta de teflón en los hilos de la rosca, que tiene una función lubricante y de sellado. De esta forma evitaremos la fuga de gases, y además, las podremos extraer en cualquier momento sin problemas, aunque pase un largo período de tiempo.

 

     

En los campeonatos internacionales se habilitan zonas para afrontar la limpieza de las armas tras las sesiones de entrenamiento o competición. Estas suelen estar mas o menos dotadas en función de la organización.

 

 

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